Quiero...

De niña siempre creí que soñar era maravilloso; podía ver y hacer cosas increibles que despierta no me eran posibles. De un salto llegaba a las nubes, leía la mente, vestía de princesa, la gente aclamaba mis canciones, recibía premios por mis películas y visitaba mundos fantásticos con tan sólo dar unos pasos...curioso, las pesadillas no las puedo recordar.
Más tarde descubrí que soñar era un reto. Podía fantasear con cosas que, de hecho, podían alcanzarse. Era posible hacer mis sueños realidad. Pasar un examen, ser aclamada por bailar o cantar frente a un público, verme bonita...vanalidades tal vez, pero que me hicieron feliz.
Nunca había pensado que soñar también duele. Soñar algo y volverlo realidad es una cosa pero vivir la realidad y aferrarse a un sueño incierto es fatal.
Yo sueño con su sonrisa, es cierto y triste. La sueño sin estar dormida, la veo sin cerrar los ojos, la encuentro en rostros extraños y no lo puedo evitar. ¿Qué hacer cuando cualquier par de pequeños ojos me lo recuerdan, cuando ese hoyuelo en la mejilla y esa boca, su boca, aparecen en mi mente con cualquier pretexto?
No me gustan esos sueños, ya no quiero verlo asi, falso e impalpable. No quiero despertar del encanto y darme cuenta de que sigo aqui, sola, soñando. Quiero volver a volar, sin él; quiero sentirme princesa sin necesitar de él; y la única mente que quiero comprender es la mía. Ahora sólo sé que, en este momento, dormida o despierta no lo quiero soñar.